Ahora te lo
puedo contar. Vos sabés bien que yo nunca fui de hablar mucho, si hasta mi
mujer dice que es más fácil sacarme una muela que una palabra. Pero lo de
Angelito lo tengo acá, no sé si me entendés, es muy fuerte, hace más de diez
años, bueno, justo doce ¿No? Y ahora con lo del accidente me viene todo a la
memoria y necesito contárselo a alguien, por eso de compartir, de descargarse
¿No? Como dicen los psicólogos, de verbalizarlo ¡Qué sé yo! La verdad es que
durante mucho tiempo me sentí - ¿Cómo explicarte? - un poco culpable. Vos sabés
que con Angelito siempre fuimos como hermanos, a todas partes juntos, hicimos
los cinco años en el Politécnico en la misma división, después el prefirió
meterse en las cosas más teóricas, vistes que siempre le decíamos que tenía un
cerebro de calculadora, ¿No? Yo en cambio seguí para Técnico Constructor, si mi
viejo era albañil. Bueno, la cuestión es que a Angelito se le dio por la
física, si hasta sacar el doctorado no paró. Siempre fue un bocho el hijo de
puta. La verdad es que yo me recibí medio de pedo, y cuando terminé nunca más
agarré un libro, Angelito, incluso me ayudaba con las materias más jodidas.
Bueno, tampoco soy una bestia ¿No?, pero me acuerdo, por ejemplo, que tenía un
examen, yo, no Angelito, y no podía parar de persignarme antes de entrar a
rendir, y Angelito me decía, "Si estudiaste, ¿Para qué te persignás?, y si
no estudiaste, ¿Para qué te persignás?" así, pero no por descreído, o -
qué sé yo - por ateo. Es que el tipo siempre fue un racionalista y decía que
mis cábalas eran pura superstición. Vistes que yo siempre fui muy cabulero,
¿No? Me acuerdo que íbamos por la calle y el muy guacho pasaba a propósito
debajo de una escalera, y se me cagaba de risa en la cara, por que yo le decía
que no había que tentar al diablo, eso que siempre me decía mi vieja, ¿Te
acordás?
Bueno, la
cuestión es que para el mundial del '90, vistes que se hablaba de la mufa, del
que te dije, y lo de las cábalas estaba en boca de todos, yo, por ejemplo, siempre
tomaba el café con la mano izquierda ¿No? En casa nos reuníamos a ver los
partidos con la "Chancha Gutiérrez" y el "Pajarito
Giardinelli". El pajarito siempre se ponía la misma campera, y se sentaba
medio de costado al televisor, cuando jugamos contra Brasil se hizo un nudo con
las dos puntas del cuello de la campera, de los nervios, ¿No? Y bueno, cuando
Caniggia lo deja arrastrándose por el piso a Taffarel el pájaro va y dice que
si aguantamos hasta el final del partido no se desata el nudo hasta la final, y
era para mearse de la risa verlo al pajarito ponerse y sacarse la campera sin
desatar el nudo, si hasta casi se cae tratando de sacarse la campera, y lo
puteaba de arriba abajo a la Chancha que le decía que no se arrime a la ventana
a ver si le pasaba como al personaje ese de un cuento, no sé si de Borges, o de
Cortázar, que se mientras se ponía un pulóver va y se cae por la ventana
abierta. Bueno, vistes que la Chancha es de leer mucho, así que él siempre te
relaciona todo con los libros, la cuestión es que ya nos tenía medio podridos
por que a cada pelota que los "brasucas" metían en los palos la
Chancha se ponía a darnos una conferencia sobre nuestro "destino
sudamericano", y boludeces por el estilo. Se ponía serio la Chancha y
decía que la alegría es brasileña, y que nosotros somos muy melancólicos, muy
tangueros, qué sé yo, pero al final cuando va el negrito ése, Miller, creo, y
yerra el gol justo sobre la hora, la Chancha se levanta y empieza a putear duro
y parejo, y salió al balcón como loco y empezó a gritar que les rompimos bien
el orto, como loco estaba la chancha.
Te acordás que
por esos días todos andaban hablando de las cábalas, y de los calzoncillos
rojos, y nos poníamos siempre en la misma posición para ver el partido, ¿No?
Bueno, resulta
que después del partido con Italia, cuando el Goyco le ataja el último penal al
tano ése, Seregni, o Serenelli, no sé, no importa. Bueno, al otro día se me
ocurre ir a verlo a Angelito, para tomar un café y hablar un rato al pedo,
aparte me acordaba que el viejo de Angelito es tano, y seguro que andaba medio
triste por Italia, como mi viejo, que se callaba la boca, pero por dentro
quería que ganara Italia, así que me voy para allá, a la tardecita, y lo llevó
al Alejandro, el pibe mío, que tendría por esa época, esperá que te digo, ahora
anda por los 21, ¡No!, 22, así que tenía 10 años, y sabía ir a jugar con los
mellizos de Angelito, Horacio y Gustavo, que tienen un año menos, a propósito
el otro día lo vi al Horacio, y está hecho una bestia, creo que mide como dos
metros y juega al rugby, en "Los Buitres de la Sexta". La cosa es que
Angel estaba en el fondo, creo que arreglando las plantas, vistes que es medio
loco con eso. Yo entro y los mellizos estaban sentados y arriba de la mesa
había plastilina, y goma de pegar, esas cosas, como de la escuela, ¿No?
Entonces me arrimo y les pregunto qué estaban haciendo. Bueno, el Horacio me
cuenta que hacían muñequitos de plastilina con la figura de los jugadores
alemanes, y le ponían el nombre. Y yo, de boludo nomás, les pregunto para qué,
y entonces el Gustavito le grita a Angel, que venía del fondo, que traiga las
espinas del rosal para clavarlas a los muñecos.
¡Uy, cómo me
cagué de la risa! Me revolcaba, te juro. Y Angel venía con las espinas en la
mano, me mira y me dice que de qué mierda me río, que lo hacía por los chicos,
que habían empezado después del partido con Camerún, y que él por supuesto que
no creía en esas pavadas, a ver si a la vejez se le iba a dar por la brujería,
y que si yo pensaba que él creía en esas cosas era por que no lo conocía
después de tantos años y que me podía ir a la concha de la lora. Y ahí no va
que el Gustavito, el menor de los mellizos, bah, el menor no, digo, el más
chiquito, se larga a llorar y le dice que si él no creía entonces por qué les
había dicho que había que hacerlo con las espinas del rosal y no con alfileres,
como les había dicho la Poli, que me parece que es la vecina de Angel, la de
rulos, ¿Vistes?, y en eso llega Mabel, la mujer de Angel. Y, vos no me vas a
creer, pero Mabel le dice que entonces por qué él el día del partido con
Yugoeslavia se la pasó hablando de que en el cerebro humano había zonas
inexploradas y que había cosas de las cuales la ciencia no podía dar cuenta.
Mirá, te juro que la cara que tenía Angel era para una foto, era para ponerse a
llorar, te juro.
Y esto nunca se
lo conté a nadie, incluso después cuando nos veíamos con Angel, con la familia,
o solos, nunca hablamos de eso, era como un pacto de silencio ¿No?
Bueno, la
cuestión es que Angel agarró todos los muñequitos de arriba de la mesa y los
tiró todos a la mierda, se puso como loco, nunca lo vi así. Trajo un balde para
la basura y tiró todo adentro, y decía que él nunca había creído en esas
estupideces, y que en su casa nadie se iba a poner a hacer brujerías, que para
algo él le había dedicado la vida a comprender las cosas, y tratar de
explicarlas racionalmente, y que, de última, era un científico, doctor en
física, y no iba a aceptar que en su casa se hicieran esas cosas.
Se hizo un
silencio, te juro que nunca se escuchó menos, si hasta el Gustavito, el menor
de los mellizos, se calló la boca, vistes. Alejandro, el nene mío, me miraba
con una cara que estaba blanco, el pobre. Bueno, a mí no se me ocurrió nada en
ese momento, la cosa era como una bronca familiar ¿No? Así que dije una
boludez, como que tenía que ir al Supermercado, o algo así, y me las tomé.
Bueno, vos no
me vas a creer, pero hasta ahora nunca le conté esto a nadie, el Alejandro creo
que ya ni se acuerda, a lo mejor no terminó de entender, vistes.
Y ahora, con lo
del accidente ¿No? Es cómo que me vino todo a la cabeza de nuevo, y también por
el mundial, claro. Y recién ahora veo claro, recién ahora me doy cuenta,
después de 12 años, parece mentira. ¿Entendés? Ese día Angel tiró todos los
muñequitos, así que no siguieron clavándoles las espinas, y, ¿Entendés? ¿Te das
cuenta?
Dejaron de
hacerlo, los muy boludos, no le pincharon las piernas a Brehme, y ¡Perdimos la
final!
Udi, mediados de 2002.