Bella Ciao, una versión "pulenta pulenta"

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Civilizacion y Barbarie

La muerte de un niño, cansinamente relatada de tanto en tanto en un rincón de la página "Internacionales" de cualquier periódico no suele despertarnos sentimientos muy exaltados. Se sabe: la repetición de la barbarie no la transforma en civilización, pero adormece los sentidos, apachorra la indignación. El veneno diario en pequeñas dosis puede ser, incluso, muy efectivo cuando irrumpe una cantidad pantagruélica en nuestro torrente sanguíneo.
Todos los días mueren niños, la mayoría por causas evitables, acá nomás, a diez cuadras. ¿Por qué rasgarse las vestiduras ante una muerte a más de diez mil kilómetros?
Aquí, como casi siempre, los poetas lo dicen mejor. Paso, entonces, a un grande:

TODOS NOSOTROS
Que cosa terrible sentir
que el tipo de al lado no importa,que no existe, ni pincha ni corta,
que si hace un infarto la mujer aborta.
No nos molesta ni nos importa,
no nos molesta ni nos importa.
Qué cosa terrible y normal
que la gente se muera de guerra,
que reviente, que esté en la miseria,
esta cosa tan simple, esta cosa tan seria,
no nos enoja ni nos aterra,
no nos enoja ni nos aterra.
Lo que no te toca de cerca
finalmente no interesa.
Somos como las viejas
que juegan a la canasta
y combaten la pobreza
con un poco de pereza.

Qué cosa terrible saber
que la gente de arriba es siniestra
que es tan vieja y enferma que apesta
pero nadie la acusa y nadie protesta,
y no nos importa ni nos molesta,
y no nos importa ni nos molesta.

Qué cosa terrible pensar
que mientras yo creo ser centro,
me doy cuenta que nadie por dentro
movería una mano por verme contento,
y no me molesto ni me caliento
y no me molesto ni me caliento.
Lo que no te toca de cerca
se olvida, no importa, se esconde.
Somos como los perros
que tienen un hueso enterrado
y no se acuerdan adónde,
pobres perros casi hombres...

Qué cosa terrible saber
que la vida se achica y se acorta,
y no nos importa y no nos importa
y no nos importa y no nos importa
y no nos importa, hmmm.
Letra y Música de Jorge Schussheim

Resulta difícil mejorar esto. Así las cosas, y sin poder hacernos los distraídos, solo resta, tal vez, sacudirnos la apatía, despertar los sentidos, escupir la indignación, no sea cosa que se nos anquilose dentro, y como un alien nos devore, despacito, sin que nos demos cuenta, o - peor, infinitamente - que nada nos importe.
Gritar, entonces, puede ser la consigna, ahora como hace cien años:

En la ciudad asesinada
Levántate y ve a la ciudad asesinada
y con tus própios ojos verás,
y con tus manos sentirás
en las cercas y sobre los árboles
y en los murosla sangre seca y los cerebros duros de los muertos...

Jaim Najman Bialik

¿Qué nos queda, si no, al ver las imágenes del horror? Gritar, expulsar el veneno de la costumbre, vomitar el asco del tóxico embrutecedor. Inundar el cuerpo con el aire puro del grito, de la santa indignación. Limpiar los pulmones de tanta basura cotidiana, vociferar hasta que sangre la garganta. Llamar, de una vez por todas, a las cosas por su nombre.

Muy claras son las cosas, y la honestidad impone llamarlas por su nombre: al crimen de guerra, al crimen de lesa humanidad, y al genocidio. La destrucción de toda la infraestructura que posibilita la vida humana en conglomerados urbanos es un crimen contra la humanidad. El bombardeo de áreas civiles desprotegidas es un crimen de guerra, y la demolición de edificios civiles y residencias particulares con seres humanos adentro es genocidio. De poco les servirá tratar de ocultarlo al mundo: lo verán en sus ojos cuando crucen miradas. Lo sentirán cuando sus hijos les pregunten:

¿Y tú que hiciste en la guerra, papá?

udi, diciembre de 2008

viernes, 5 de diciembre de 2008

Reingenieria en las comisarias porteñas

¿Es necesario para el buen funcionamiento de las comisarías capitalinas que respondan a ese "old fashion style", que las caracteriza?

La respuesta, para el comisario inspector Franco Sideco, es negativa.

- La arquitectura, el diseño, la ubicación, le diría más: hasta los uniformes y la decoración interior de las comisarías responde a necesidades funcionales y criterios de otro tiempo. De otro mundo - Agrega, con una sonrisa debajo de sus poblados bigotes que dejan intuir algunas horas semanales dedicadas a su "look", confirmado, por si hiciera falta, por indisimulables "claritos" en su pelo castaño.

Sideco, que antes de ejercer como "Superintendente de Edificaciones y Panópticos" fue un avanzado estudiante del "New Design Institute", en Palermo Hollywood, llegó a este puesto de la mano de la renovación - la "revolución", la llama él - que produjo la transferencia de la vieja Policía Federal a la esfera de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. "El ministro me sedujo con la propuesta", rememora Sideco, en referencia al llamado del "Ministro de Seguridad y Cultura" de la CABA, el Técnico Industrial Juan Carlos Bromberg.

Sideco no da lugar a dobles interpretaciones, su adscripción a los principios de la Jefatura de Gobierno es sin fisuras. Resalta, en este sentido, la tarea llevada a cabo por la nueva Ministra de "Educación y Seguridad Ciudadana", la Primera Actriz de la Nación Moria Casandreu en la articulación entre la "escuela y la seguridad", y su plan "Detección Precoz del Delincuente", mediante el cual los alumnos de los establecimientos públicos educativos colaboran con el mantenimiento de la seguridad ciudadana notificando a las autoridades de la comisaría de la cual depende cada escuela (vieja aspiración del vice-jefe de gobierno, el rabino Brugman: colocar las escuelas en la órbita del "Gabinete de Seguridad y Cultura") la comisión de cualquier delito del cual sean testigos o hayan recibido noticia. La introducción de la cláusula de "productividad" ha generado, por cierto, una sana competencia entre las escuelas, que incrementan su presupuesto en función de la cantidad de delitos denunciados. Sideco no duda de las bondades del método:

- Franco, me dijo el Ministro Bromberg, la seguridad es el bien más preciado. Sin seguridad no hay libertad, ni cultura, ni productividad. Pero la búsqueda de la Seguridad (en las palabras de Sideco se "escuchan" las mayúsculas) no implica renunciar a los superiores valores que guían nuestra filosofía política: "La gente bien quiere el bien de la gente". Para eso los alumnos son una ayuda invalorable. Las estadísticas vienen demostrando que los adultos, conscientes del nuevo papel que les toca a los jóvenes en el "Nuevo Orden Porteño", han reducido en un 19 % su inclinación al delito, ante la certeza de que serán denunciados ante las autoridades de la comisaría más próxima.

- ¿Y en lo que atañe a la remodelación del espacio de "seguridad ciudadana"?

- Lo seguro no quita lo agradable - sonríe nuevamente SIdeco - Las nuevas salas de interrogatorios, por ejemplo, contemplan los últimos desarrollos en tecnología de "Seguridad Urbana" pero al mismo tiempo están dotadas de todo el confort necesario para recibir y alojar a los "Nuevos Desafíos a la Seguridad", como ser: Pelotero, televisión por cable, cama elástica, juguetes pedagógicos, etc.

- ¿Se nota la influencia del "Ministro para la Niñez y la Juventud"?

- ¡Por supuesto!, gente como él nos aporta una experiencia de primera mano! - se entusiasma Sideco.