Bella Ciao, una versión "pulenta pulenta"

martes, 28 de mayo de 2013

Los 36 Justos

A Bene, in memoriam

Cuenta una leyenda judía que en cada generación hay 36 hombres que sostienen al mundo. Naturalmente no hay que interpretar esto en el sentido literal, al estilo del mito helénico del gigante Atlas, a quién Hércules relevó un rato de su carga.
Estos hombres - la religión judía es profundamente machista - no hay que buscarlos entre los exaltados por su tiempo: jefes de estado, premios Nobel o artistas destacados. Estos hombres sostienen al mundo día a día, con sus acciones cotidianas, empapadas de justicia.
Dice la wiki: "Los Tzadikim Nistarim, popularmente conocidos como «los treintaiséis justos» [...] son quienes poseerían un tipo de santidad especial, mayor que la de sus pares «públicos», y que no es aparente, en algunos casos incluso para ellos mismos. En otras ocasiones el Tzadik Nistar guarda celosamente sus actos de bondad de la vista pública, llegando a aparentar que es una persona ordinaria, o incluso malvada."

Tengo para mi que hay una verdad esencial en la leyenda, más allá de sus aspectos contingentes. ¿Quién podría asegurar que los justos son 36, o 36 millones? Sobre una población mundial de más de 6 mil millones, no sería una proporción descabellada.
Esta verdad profunda estaría relacionada no tanto con los aspectos destacables de la justicia o la equidad, no directamente con la santidad o la bondad omnipresentes.

Creo - quiero creer - que el mundo es sostenido por unos cuantos justos, que son tipos comunes, no exentos de alguna agachada de lomo, son humanos.
Me gusta pensar que esos tipos son decentes, que saben que algo está bien o mal sin recurrir a complicadas elaboraciones deontológicas. Que se equivocan, y reconocen su error.
Tipos comunes, que viven de su trabajo, llegan galgueando a fin de mes y aún así no dejan de dar una mano cuando pueden.
Estos justos han tenido sus tentaciones, y ocasionalmente sucumbieron, pero se levantaron. Estos justos han sabido perdonar, quizás porque desearon mucho ser perdonados.
Tipos, en fin, que se levantan todos los putos días a laburar, no tanto porque les guste, sino porque asumen sus obligaciones.

Quiero creer que esos son los justos que sostienen al mundo. Y este es mi recuerdo para uno de ellos, que se me fue el domingo, calladamente no dió más.
Un tipo que me dejó la mejor herencia que pueda uno imaginar: un ejemplo a seguir.

Creo - estoy seguro, bah - que mi viejo fue uno de esos justos. 


4 comentarios:

Moscón dijo...

Te acompaño en el sentimiento,Udi.

Nando Bonatto dijo...

Excelente reflexion en las duras despedidas

ram dijo...

Y así, acompañar esos sentimientos y esos momentos pesados, no es porque sea costumbre, sino porque es justo.

Udi dijo...

Gracias, Moscón, Nando, ram.
Tomé de mi viejo la costumbre de anotar todo, y llevar esos papelitos con anotaciones en el bolsillo.
No aprendí de él qué hacer con ellos, así que de vez en cuando me vacío los bolsillos y tiro esos papeles, ya envejecidos.