Traducido para Rebelión por J.M. y revisado por Caty R. |
Despabilado, original, independiente, valiente, con una mente lúcida y afilada como siempre, forjó el aspecto del Estado más allá del reconocimiento que el Estado pueda hacerle. Mientras que Peres estuvo siempre dispuesto a satisfacer a todo el mundo, este hombre siempre estuvo dispuesto a satisfacer su verdad, una verdad que a lo largo del tiempo fue la verdad de muchos de nosotros.
Aunque estas líneas serán poco para su estatura, quizás sirvan para reparar en una pequeña medida la injusticia que sufre este profeta ignorado, el señor de la prensa en idioma hebreo, Uri Avnery.
Mientras celebra sus 87 años, y no muchos menos de actividad pública, el primer ministro Benjamín Netanyahu, líder del Likud, está discutiendo en Washington las ideas que el Sr. Avnery pergeñó 40 años antes. En tiempos en los que más de la mitad del país y prácticamente todo el mundo hablan de “dos estados”, Avnery es olvidado e ignorado. Si su visión se convierte en realidad -como optimista incorregible nunca dejó de pensar que ocurriría-, al menos algún historiador recordará quién puso la piedra fundamental.
La sociedad israelí hace rato que debería haberle pedido perdón por haber enlodado y llevado al ostracismo a este hombre, arrepentirse por las decenas de años de sangre derramada innecesariamente, debido únicamente a no haberle prestado atención. No es difícil imaginar qué Israel habríamos podido tener si Avnery hubiera ocupado los espacios de influencia que Shimon Peres ocupó; si Netanyahu, Peres y otros dirigentes hubieran adoptado en su momento las ideas de Avnery y no ahora, escandalosamente tarde.
Sionista en su más profundo sentido, Avnery es realmente un patriota. Luchó en 1948 y, desde entonces, luchó con la misma determinación contra las políticas de la misma época, que lamentablemente se perpetúan. Antiguo miembro de la unidad conocida como “los lobos de Sansón”, fue el primero que se plantó valientemente contra el gobierno militar, contra la expropiación de tierras en la Galilea, contra la discriminación, la toma de control bajo el “mecanismo de la oscuridad” -término que acuñó para definir al servicio de seguridad Shin Bet- de la democracia, y fue de los primeros en llamar a poner fin a la ocupación, al establecimiento de dos estados y al encuentro con los dirigentes de la OLP cuando ésta se consideraba una amenaza. Como miembro del parlamento único de su bloque, impactó sobre él más que todo el espectro de la cuasi izquierda junta.
Como editor por casi 40 años del semanario Haolam Haze, influenció el carácter de la prensa israelí más que ningún otro. El Estado judío fue fundado en Basilea, pero en la calle Gordo de Tel Aviv, donde estaban las oficinas del semanario, nació su prensa independiente, anti-establishment, que luchó ferozmente contra toda forma de corrupción, desde el robo de antigüedades de un ministro de defensa del pasado hasta el robo de tierras por parte de los colonos, aún si éstas aparecían publicadas en la contratapa del periódico.
Una generación entera de importantes periodistas creció con este semanario, generaciones de jóvenes lo leyeron, a veces a escondidas para no ser descubiertos en una acción pecaminosa. Todos desprestigiaban la publicación, aún mientras estaban en la fila que se formaba cada martes por la noche en el puesto que vendía periódicos a la entrada del café Kassit en Tel Aviv, y lo mismo a la mañana siguiente en el puesto de la Knesset, para leerlo.
Desde el hebreo que hablamos, pasando por los periódicos que leemos y hasta el Primer Ministro que habla con su voz, la influencia de Avnery no puede ser exagerada.
Ahora su vejez eclipsa su juventud. Este hombre noble escribe, protesta y lucha. En el mundo de los ultraortodoxos, mucho tiempo atrás podía haber sido declarado líder supremo; en el seglar queda, como siempre, como un militante solitario y relegado al ostracismo. El premio Nobel alternativo lo obtuvo hace tiempo; nadie lo menciona como candidato al premio Israel, aunque sería engalanarlo con su otorgamiento. Una sociedad más honesta y valiente resultaría si fuera escuchado y se inclinara la cabeza con gran respeto hacia este maravilloso hombre en su 87 aniversario. Felicitaciones Uri Avnery, para usted y para nosotros.
Fuente: http://www.haaretz.com/print-
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